miércoles, 18 de diciembre de 2013

MAGIA

“Quizás mañana” era la señal que había pactado con su ayudante. En ese instante, debía dar el cambiazo y colocar la chistera con el conejo. “Quizás mañana” repitió el mago, agitando las manos en dirección al mágico objeto. “Quizás mañana” dijo de nuevo apuntando a la chistera con su varita. “Quizás mañana”, “quizás mañana”... El abucheo de los asistentes reafirmó su ridículo. El espectáculo había fracasado. Avergonzado, dejó los artilugios y abandonó a toda prisa el local. Lo mismo hizo el público berreando maldiciones, invalidando la súplica que brotaba de las entrañas del sombrero.