domingo, 3 de noviembre de 2013

EUFEMISMO GARCÍA

Salió temprano de casa. Debía participar en la junta interdepartamental que estudiaría el ajuste de personal. Los anfitriones serían el Coordinador General y el Comité Ejecutivo de la zona Este, “muy implicados en vuestro proyecto”. Mostrarían, además, la virtudes que proporcionaba la movilidad exterior, la descentralización geográfica, las amplísimas oportunidades de progreso personal y laboral que ofrecían. “Ningún trabajador sensato rechazaría esta oferta. Tienen ante ustedes una excelente manera de conocer otras culturas”. La conclusión fue esperanzadora: parte de la empresa sería recolocada en La Unión Europea. Las condiciones se respetan, “faltaría más”. Él era uno de los afortunados.
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Salió de casa y aún era de noche. El día anterior le habían “invitado a participar” en la reunión donde concretarían el brutal ERE que le afectaba. Allí estaría el jefe y sus socios (dos cuñados y tres concejales), los cuales, para muchos, no tenían rostro. Fueron claros: si no querían irse “a la calle”, debían aceptar la propuesta. “Europa no es tan grande; peor sería vivir en Estados Unidos”. Cobrarían lo mismo. “Si queréis a vuestros hijos, ya sabéis. En la puerta tengo cien esperando vuestro empleo”. Él fue uno de los perjudicados.

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