Eva
y Adán no calcularon las consecuencias de su acto. Casa y comida gratis, a
excepción de probar los vistosos frutos de “El Árbol”.
Ninguno
trabajaba, y la casa de campo “El Edén”, con incontables hectáreas y
posibilidades decorativas, era un milagro divino. El trato era que la mantuvieran
en buenas condiciones. Cumpliendo esa condición, la poseerían eternamente.
Mantenerla, les insistió frotándose las manos, y no probar el suculento fruto.
Aún así, soberbios, desobedecieron al arrendador.
Lo
que sigue es conocido: una serpiente vestida de traje y chaqueta los sorprendió
y fueron expulsados. Desde entonces, católicamente, pagamos hipoteca.
Amén.
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