domingo, 28 de octubre de 2012

REGLA DE TRES


A y B se casaron y tuvieron un hijo X. Se entristecieron mucho y preguntaron a otros amigos si a ellos les había ocurrido algo similar. Todos decían que no. Por ejemplo, M y N tenían hijos emes o enes, pero no pes.
Visitaron médicos y especialistas, pero nadie pudo hacer demasiado por aquella X, que crecía risueña y saludable.
Pasaron unos años y el amor hacia X iba en aumento.
A y B pudieron comprobar, con el transcurrir del tiempo, que X era diferente, pero no inferior a ellos.
X tenía alguna dificultad escolar y social, pero A y B, con paciencia y ayuda, consiguieron que llevara una vida lo más normal posible.
Cuando ya todos vivían felices, y X tenía una hermanita B´ y un hermanito A´, con los que se llevaba genial, un matemático, amigo de A desde  la infancia, les dijo algo que habría de marcarles por siempre:
—Estoy convencido de que vuestro hijo X es una incógnita. Debéis aprovechar la ocasión para extraer de él lo que no obtendréis de nadie más. Las X humanas, como las matemáticas, ofrecen oportunidades de seguir progresando. La X no es un final, sino un principio de algo por descubrir.
Esa noche, A y B durmieron con la sensación de sentirse sujetos de una regla de 3, lo cual les agradó.
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Este relato ha sido finalista de un concurso literario sobre discapacidad.

miércoles, 17 de octubre de 2012

HIPOTECA EDÉNICA


Eva y Adán no calcularon las consecuencias de su acto. Casa y comida gratis, a excepción de probar los vistosos frutos de “El Árbol”.
Ninguno trabajaba, y la casa de campo “El Edén”, con incontables hectáreas y posibilidades decorativas, era un milagro divino. El trato era que la mantuvieran en buenas condiciones. Cumpliendo esa condición, la poseerían eternamente. Mantenerla, les insistió frotándose las manos, y no probar el suculento fruto. Aún así, soberbios, desobedecieron al arrendador.
Lo que sigue es conocido: una serpiente vestida de traje y chaqueta los sorprendió y fueron expulsados. Desde entonces, católicamente, pagamos hipoteca.
Amén.

miércoles, 10 de octubre de 2012

DESESPERO LITERARIO


La luz solar me despierta a las siete de la mañana. Escritura. Resucito en la bañera rodeado de sangre. Las venas tajadas. Café con leche en el bar. Escritura. Cigarro mientras dirijo mis pasos al metro. Veinte minutos para llegar a la oficina. Nueve horas trabajando. Escritura. Deshago el recorrido anterior. En vez de café, cerveza fría (bohemia). Subo a casa. Escritura. Pongo la televisión mientras preparo la cena. A las once me siento frente al ordenador. Tres horas. No escribo nada. Me voy a la bañera. Entro. Me tajo las venas y me desangro. Mañana más desespero.