Descansaba
en su camarote cuando un torpedo destrozó el fuselaje del submarino. Toda la
tripulación falleció, a excepción suya. Dice que una sirena lo salvó.
Justo
cuando termina de contar la historia, mi abuelo se levanta dirección al aseo. Me
quedo plantado en el comedor, a medio camino entre la incredulidad y la pesadumbre.
Es
entonces cuando una potente explosión, como venida de ultratumba, sacude la
casa. Me escondo debajo de la mesa.
Dejo
transcurrir un tiempo prudencial y, descolocado, me dirijo al lavabo. Un fuerte
olor a salitre, mezclado con una pegajosa brisa, me sacude al llegar. En el
suelo, mi abuelo yace al pie del váter con la cabeza ensangrentada. Trozos de
metal incrustados en su cráneo.
Una
nota en la pila, mojada en uno de los bordes, llama mi atención. La leo:
“Nunca debiste
haberme dejado”.
Fdo: Tu sirena.
El
forense asegura que el infarto lo fulminó al instante.
Todavía
conservo la nota y los trozos de metal. Nadie lo sabe.
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Con este microrrelatorelato participo en el concurso mensual del blog http://estanochetecuento.blogspot.com.es espero que os guste. Un saludo!
Muy divertido. Pedazo de carcajada me he pegado. ¡Vaya con el abuelo!
ResponderEliminarNo sé si saliste mencionado o seleccionado ese mes, pero si no es así tendrían que haberlo hecho y si es así, felicidades porque te lo tienes bien merecido.
Gracias, Ricardo! No me han mencionado, al menos no sé nada. Voy a intentar corregir lo que me has comentado por el otro blog. Saludos.
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