El
político, ataviado con túnica clara y luciendo espesa barba canosa, sube a la
palestra donde, con gran aplomo, anima a los asistentes, asegurando que todo va
por el buen camino y que ya estamos próximos a la salida del túnel.
Los
presentes, con ropa elegante y caros perfumes, lo vitorean, agradecen su
despreocupación por el pueblo y luego se quedan a la fiesta en su honor.
El
político sale por la puerta de atrás y entra directo al coche oficial. Justo
cuando la puerta se cierra, una botella de cristal impacta contra una de las
ventanillas. El político, desconcertado, pregunta qué ha sido eso. Un esbirro
le dice que no se preocupe, que habrán aplastado algo.
Cuando
el político ya se ha alejado del edificio oficial, un bebé respira por última
vez en los brazos sucios de su madre.
Hola, Javier. Soy el marido de tu prima Amparo Campos. Solo quería que supieras que sigo tu blog con mucho interés, y que leo las entradas que escribes. Te envío un abrazo y recuerdos de tu prima.
ResponderEliminarHola, Salva! Muchas gracias. Es el primer comentario (como habrás comprobado)y me hace muchísima ilusión que esto no sea únicamente un clamar en el desierto. Subiré, pues, algunos micros que tengo preparados. Besos para los dos.
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